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Protege a tus hijos en internet con biometría

por | Autenticación Biométrica

No le podemos poner barreras al campo. Nuestros hijos son nativos digitales y tratar de criarlos de espaldas a todos los avances que estamos viviendo no parece lo más aconsejable, porque internet y la IA ofrecen muchas oportunidades para su formación, desde acceder a contenido educativo hasta conectarse con amigos.

Sin embargo, facilitar el acceso a este universo infinito de posibilidades, abre también la puerta a riesgos considerables.

Muchos padres y tutores legales se sorprenden al descubrir que sus hijos, desde tempranas edades, son capaces de sortear todo tipo de barreras de seguridad como por ejemplo las contraseñas. Basta con que un niño aprenda a cambiar la configuración del router de casa o a instalar una VPN, y de repente, se encuentra navegando por sitios a los que no debería acceder, por su edad y falta de madurez.

La biometría puede ser la solución definitiva para proteger a tus hijos en internet.

 

Peligros online para los niños

La realidad es que los menores, por su ingenuidad e inagotable curiosidad, son vulnerables cuando acceden a internet porque existen múltiples amenazas:

  • Ciberacoso: Plataformas como redes sociales o videojuegos online son espacios donde los niños pueden enfrentarse al acoso por parte de sus compañeros o de desconocidos. La gran mayoría de estas plataformas de no incorpora métodos robustos de verificación de identidad, lo que da pie a la creación de identidades falsas.
  • Grooming (acoso o abuso sexual): Un fenómeno alarmante donde adultos se hacen pasar por niños para ganarse su confianza con fines de explotación sexual. La falta de verificación de identidad en redes sociales facilita que estos delincuentes actúen sin obstáculos.
  • Contenido inapropiado: Aunque muchos servicios en línea tienen filtros para bloquear contenido inapropiado, estos filtros no siempre son perfectos. El acceso a contenido violento o pornográfico sigue siendo un riesgo latente.
  • Pagos y ludopatía en juegos online: Prácticas basadas en recompensas en los videojuegos suponen un peligro, tanto económico para las familias, como de generar ludopatía en los niños.

Un niño que domina la tecnología sin el conocimiento adecuado sobre los peligros a los que se enfrenta, se expone a estas amenazas.

Es responsabilidad de los padres o tutores controlar, restringir y supervisar el uso que hacen los niños y el tipo de aplicaciones que usan en su día a día. También de implementar mecanismos seguros que salvaguarden su integridad. No obstante, el uso de contraseñas o preguntas de seguridad no siempre es suficiente para proteger a los menores de edad. Un ejemplo común es cuando un niño consigue el control del Wi-Fi familiar y cambia la contraseña, dándole acceso a él y a sus amigos a internet sin supervisión. Esto puede ocurrir cuando se juntan en una casa para hacer los deberes juntos o jugar con las video consolas.

¿Te suena de algo?

 

¿Qué hacen los niños para saltarse las restricciones?

Es impresionante lo rápido que tus hijos aprenden a usar las herramientas que tienen a su alcance. En muchos casos, los niños aprenden a instalar redes privadas virtuales (VPNs), que les permiten saltarse las restricciones de contenido geolocalizado o los filtros de control parental que los padres o tutores puedan haber establecido.

Las VPNs permiten a los niños acceder a contenido restringido o esconder su actividad en la red, dificultando que los padres puedan supervisar sus movimientos. Lo más preocupante es que, en la mayoría de los casos, estos servicios son gratuitos o muy accesibles, y basta con una simple búsqueda en internet para que un niño aprenda a usarlos sin ninguna dificultad.

Consecuencias reales para los menores

Las estadísticas nos muestran un panorama alarmante:

Como puedes comprobar, estos riesgos no son hipotéticos. A diario, millones de niños se enfrentan al peligro de caer en redes de delincuentes, acceder a contenido nocivo o interaccionar con personas malintencionadas que además se esconden tras identidades falsas (en muchas ocasiones haciéndose pasar por otros menores).

Los padres necesitamos herramientas que sean efectivas, seguras y, sobre todo, que no dependan exclusivamente del conocimiento tecnológico de sus hijos.

peligros niños internet

pin

Una posible solución para que tengamos una llave sencilla de usar y que sirva de mecanismo de acceso a cualquier servicio en una casa es la biometría.

Biometrías como el reconocimiento facial serían un mecanismo clave para ayudar a padres y tutores a controlar los accesos de sus hijos.

Contraseñas y control parental: una solución obsoleta

Los métodos tradicionales de seguridad parental, como las contraseñas y PINs, han sido durante años la primera línea de defensa en el acceso a dispositivos y plataformas. Sin embargo, para la protección de menores en entornos digitales, estos métodos están demostrando ser inseguros.

Hoy en día, la mayoría de los niños pueden descubrir una contraseña simplemente observando a sus padres, o en el peor de los casos, manipulando las configuraciones de dispositivos cuando no están siendo supervisados. La situación empeora cuando los niños comparten estas contraseñas entre ellos o incluso con personas desconocidas.

Además, el acceso a tutoriales en YouTube o Google les facilita aprender métodos para sortear restricciones de acceso, ya sea mediante configuraciones avanzadas en dispositivos o el uso de aplicaciones de terceros.

Por otro lado, los menores no son conscientes de las consecuencias que puede tener compartir datos confidenciales. ¿Qué sucede, por ejemplo, cuando un niño le confía la contraseña de una red social a un amigo? En muchos casos, el resultado puede ser la exposición a situaciones de riesgo, desde el robo de identidad hasta el contacto no deseado con desconocidos.

Desventajas del control parental basado en contraseñas

El uso de contraseñas plantea una serie de problemas cuando se trata de la seguridad infantil en internet:

  1. Facilidad de acceso no autorizado: Cualquier niño que conozca la contraseña puede acceder a aplicaciones o dispositivos que quizá no estén diseñados para su edad o nivel de madurez.
  2. Problemas de administración: Para los padres, recordar y gestionar múltiples contraseñas para cada plataforma de control parental es complicado, lo que lleva a simplificar claves (por ejemplo, usando el mismo PIN en varias apps). Esto hace que las contraseñas sean fáciles de adivinar.
  3. Vulnerabilidad a amenazas externas: Las contraseñas pueden ser hackeadas o robadas, y en algunos casos, los niños pueden compartirlas sin medir los riesgos que esto conlleva.

Además, los estudios demuestran que la mayoría de nosotros (9 de cada 10 usuarios) reutilizamos contraseñas para diferentes cuentas y dispositivos ya que nos supone un gran problema recordar y gestionar distintas contraseñas. Si a esto le sumamos que el 90% de las contraseñas son vulnerables, las contraseñas se convierten en una solución obsoleta para entornos donde la seguridad debería ser inquebrantable, especialmente al proteger a menores.

 

Consecuencias para los menores de tener contraseñas poco seguras

Existen múltiples casos en los que el uso de contraseñas no ha sido suficiente para proteger a los menores.  Plataformas como Twitter y otras redes sociales no exigen una verificación biométrica para saber quién está detrás de cada cuenta, lo que significa que cualquiera con acceso a la contraseña puede ingresar sin restricciones. Algunas redes sociales como Linkedin ya han comenzado a validar las cuentas de sus usuarios a través de verificación del documento de identidad y biometría facial. Lamentablemente, esta uno es una red donde veamos a los adolescentes.

En plataformas de juegos online, muchos niños inician sesión con cuentas creadas por sus padres. En entornos donde no se exige autenticación más allá de un simple PIN, los menores pueden interactuar con desconocidos sin la supervisión adecuada.

Dado que estos entornos no ofrecen garantías de seguridad a los niños, hemos de buscar otras alternativas más fiables para controlar sus accesos. Aquí es donde entra en juego la biometría como una solución más avanzada y segura.

 

La biometría como solución para proteger a los menores

La biometría, al utilizar características únicas e irrepetibles de cada persona que son muy difíciles de replicar, es una herramienta de control parental efectiva para verificar su identidad y proteger a los menores en entornos digitales.

La tecnología biométrica no solo facilita el acceso, sino que también verifica que la persona que intenta ingresar a un dispositivo o aplicación es quien ha de ser. Los sistemas de autenticación biométrica, como MobbID, reconocen a una persona en segundos, asegurando que solo usuarios autorizados, en este caso los niños que han sido previamente registrados, puedan ingresar a entornos controlados.

Existen varias tecnologías biométricas aplicables en estos casos:

  • Reconocimiento facial: Permite validar la identidad de un niño mediante una comparación de su rostro con el perfil almacenado. Si el sistema no reconoce a la persona, el acceso se bloquea.
  • Biometría de voz: Ideal para niños más pequeños, que pueden autenticarse simplemente hablando una frase preestablecida. En el caso de un intento de acceso con voz grabada o generada por inteligencia artificial, el sistema puede detectar la falsificación.
  • Huella dactilar: Común en dispositivos móviles, permite que solo los niños que tengan su huella registrada en el dispositivo puedan desbloquear aplicaciones o juegos sin la necesidad de recordar una contraseña. Esto se hace a través de los protocolos de la especificación FIDO2.

La biometría ofrece un nivel de personalización que permite a los padres decidir quién puede acceder a un servicio y en qué momento. Por ejemplo, pueden establecer permisos para que los hijos accedan a aplicaciones específicas, como plataformas de educación o juegos, y restringir otras, como redes sociales o contenido para adultos​​.

 

Ventajas de la biometría frente a métodos tradicionales

A diferencia de las contraseñas, la biometría no puede compartirse. Esto significa que solo el niño autorizado tiene el acceso, eliminando el riesgo de que otro menor ingrese utilizando la contraseña.

Además, a medida que los niños crecen, los sistemas biométricos pueden adaptarse a sus cambios físicos actualizándose permanentemente. Esto facilitaría la gestión de la seguridad a lo largo del tiempo ya que a diferencia de lo que ocurre con las contraseñas, no habría que cambiarlas periódicamente.

Por último, la biometría puede aplicarse de manera pasiva en los dispositivos con los que se esté interactuando. Por ejemplo, un smartphone puede realizar una verificación facial cada cierto tiempo para asegurarse de que sigue siendo el niño autorizado quien está lo está usando.

Algunos ejemplos prácticos del uso de la biometría serían el acceso controlado para prevenir la suplantación de identidad en redes sociales, ingresos autorizados en aplicaciones educativas o juegos y en hogares con dispositivos compartidos, la biometría permitiría que cada persona de la familia tenga un acceso personalizado. Así, los padres pueden estar seguros de que sus hijo no estará expuesto a contenidos o aplicaciones inapropiadas si toma el teléfono o la tableta familiar.

Acceso seguro y personalizado para cada miembro de la familia

La biometría facilita la creación de perfiles personalizados para cada usuario dentro de un mismo dispositivo. Esto permite, por ejemplo, que una tableta familiar reconozca cuando la usa un adulto o un menor y ajuste automáticamente las opciones de seguridad y permisos según el perfil biométrico del usuario. Así, cuando el dispositivo detecta que es el rostro o la huella dactilar de un niño, limita automáticamente el acceso a ciertas aplicaciones y bloquea funciones sensibles.

Para los padres, esto representa una enorme ventaja, ya que no necesitan configurar manualmente cada restricción ni activar o desactivar controles constantemente. Los sistemas biométricos aseguran que, sin importar quién utilice el dispositivo, el acceso estará ajustado al nivel de seguridad adecuado para cada miembro de la familia.

Verificación pasiva de los niños

Imaginemos que un niño está usando un teléfono móvil o tableta, pero en algún momento decide pasar el dispositivo a un amigo. Con la tecnología de verificación pasiva, el dispositivo puede realizar comprobaciones periódicas del usuario en segundo plano, verificando que sigue siendo el usuario autorizado quien está utilizando el dispositivo. En caso de que el sistema detecte un cambio en el usuario (por ejemplo, que el rostro o la voz no coinciden con el perfil del niño registrado), el dispositivo puede bloquearse automáticamente hasta que el usuario correcto lo reactive mediante autenticación biométrica.

Este tipo de verificación pasiva representa una capa adicional de seguridad que permite a los padres estar seguros de que, en cualquier momento, solo el usuario autorizado tiene acceso. Además, este control es transparente y no requiere la intervención constante del adulto, reduciendo así la necesidad de supervisión continua.

 

Bloqueo de aplicaciones y redes sin verificación biométrica

La gran mayoría de redes sociales permiten la creación de cuentas con mínimos requisitos de verificación, lo que hace que personas con identidades falsas puedan navegar sin restricciones. Este anonimato es peligroso en el caso de los menores, ya que facilita que adultos con intenciones maliciosas interactúen con ellos sin ninguna barrera de seguridad. Con sistemas biométricos, los padres pueden establecer que solo sus hijos tengan acceso a redes o aplicaciones con controles estrictos de verificación, bloqueando automáticamente aquellas plataformas que no cumplan con estos estándares.

En el caso de las aplicaciones de mensajería y juegos online, la biometría permite que los padres configuren restricciones que limiten las interacciones del menor a contactos previamente verificados. Por ejemplo, algunos juegos online cuentan con chats abiertos donde los menores pueden ser blanco de grooming o ciberacoso.

Conclusiones

La biometría se ha consolidado en los últimos años como una solución sencilla de usar y muy segura para casos en los que se requiere validar la identidad de una persona. Esto permite que padres y tutores puedan tener un entorno digital más controlado, bloqueando el acceso a entornos y aplicaciones que no sean seguras y garantizando que solo los menores autorizados puedan utilizar ciertos dispositivos y funciones.

Más allá de su función protectora, la biometría también representa una oportunidad educativa, ayudando a los niños a entender la importancia de la privacidad y la seguridad digital. Involucrar a los menores en el proceso de configuración de estas tecnologías fomenta en ellos una cultura de ciberseguridad desde temprana edad, preparándolos para un uso responsable de la tecnología en el futuro.

Contacta con nosotros si quieres conocer cómo podemos ayudar a proteger a los menores, validando su identidad en entornos digitales.

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En esta dualidad analógico-digital, uno de los procesos que sigue siendo crucial para garantizar la seguridad es la verificación de identidad a través del reconocimiento facial. La cara, siendo el espejo del alma, proporciona una defensa única contra el fraude, aportando fiabilidad al proceso de identificación.